La conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional nos permite recordar nuestro origen como nación libre e independiente. Reflexionar nuestra historia, nuestros héroes, nuestro pasado no sólo nos permite saber de dónde venimos, sino hacia dónde vamos; nos permite consolidar valores, cultura y sentido cívico de pertenencia a lo que llamamos patria.
Nos permite también aprender de los errores. Conmemorar sin aprender, sin evaluar las lecciones de nuestra historia para ratificar o rectificar, no tiene sentido. Nuestro presente es un pasado que continúa entre nosotros, que reclama actualización, evaluación y corrección si es necesario, para saber en dónde nos encontramos y hacia dónde vamos.
Esto es lo que México y sus gobernantes necesitan hoy: alejarse de autocomplacencias nocivas para asumir la autocrítica republicana y constructiva. Confrontarse con los resultados, que son los que permiten la evaluación de la eficiencia y evaluar si hemos sido dignos receptores y continuadores de nuestro legado; ver, en suma, si somos capaces de crear el México que merecemos. Los pueblos que no aprenden las lecciones de la historia, se condenan a repetirla.
Nos permite también aprender de los errores. Conmemorar sin aprender, sin evaluar las lecciones de nuestra historia para ratificar o rectificar, no tiene sentido. Nuestro presente es un pasado que continúa entre nosotros, que reclama actualización, evaluación y corrección si es necesario, para saber en dónde nos encontramos y hacia dónde vamos.
Esto es lo que México y sus gobernantes necesitan hoy: alejarse de autocomplacencias nocivas para asumir la autocrítica republicana y constructiva. Confrontarse con los resultados, que son los que permiten la evaluación de la eficiencia y evaluar si hemos sido dignos receptores y continuadores de nuestro legado; ver, en suma, si somos capaces de crear el México que merecemos. Los pueblos que no aprenden las lecciones de la historia, se condenan a repetirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario